En el artículo dedicado
a la simbología del cubo, ya hablamos de la Nueva Jerusalén que San Pablo describe en la Biblia. En el artículo de hoy vamos a compartir otra Nueva Jerusalén que esta directamente ligada con el nacimiento de la secta de los Iluminados, sean de Baviera,... o de otros lados.
Hacia el año 1745, el sueco Mannel Swedenborg, uno de
los sabios mas distinguidos y estimados de su época, que
estaba muy versado en las lenguas antiguas, en las ciencias
naturales y en la filosofía, se dedicó con verdadero afán al
estudio e investigación de los misterios de la Masonería,
asegurando como resultado de estos, que su doctrina emanaba de los antiguos egipcios, de los persas, de los indios y
de los griegos.
Exaltado por el misticismo y por las ideas
de aquella época, su indomable imaginación le colocó fuera
de los dominios de la ciencia, haciéndole víctima de toda
especie de fantasmas metafísicos y de ilusiones teosóficas.
Pretendía haber recibido la divina misión de enseñar a los
hombres la verdadera manera de honrar a Dios, de instruirles acerca del estado del alma después de la muerte y
de explicarles el sentido espiritual de las santas Escrituras,
de conformidad con las revelaciones que Dios le habia hecho en una visión que tuvo en 1743.
Par a dar a conocer
estas doctrinas escribió un libro titulado "La Nueva Jerusalén y su Doctrina Celeste" que afirmaba le habia
sido dictado por los ángeles, que se le aparecieron a este
fin, en múltiples ocasiones.
La doctrina desarrollada en este libro y en los escritos
teológicos, no era otra que la del cristianismo presentado
en toda su pureza primitiva, y la de que hay un mundo
espiritual en el que todo lo que existe se encuentra bajo
otra forma distinta a la que tiene en el mundo material.
Pretendía,
pues, dar nueva vida a los espíritus, apoyando su doctrina
sobre las máximas eminentemente morales que habia erigido en principios, que él era el primero en practicar fielmente, con lo que se atrajo gran número de partidarios,
en Suecia, Inglaterra, los Estados Unidos, las Indias, Alemania, Holanda y Rusia.. Por aquel entonces sus primeros seguidores comentaban que Swedenborg escuchaba el dictado de los ángeles cuando paseaba tranquilamente por las calles de Londres.
Después de su muerte, acaecida en Londres en 1772, se
formaron muchas comunidades swedenborgianas que se esparcieron rápidamente por Europa y varios otros países,
ejerciendo gran influencia en muchas Logias.
La famosa secta de los iluminados fue fundada por el benedictino Pernety y el hermano Grabianca con los preceptos descritos por Swedenborg en esta obra.
En la obra el Mundo Espiritual o la Jerusalén Celestial se dividen en tres cielos completamente distintos. El llamado cielo superior o tercer cielo, el cielo espiritual o segundo cielo y el cielo inferior o primer cielo en relación globo terráqueo.
Los habitantes del
tercer cielo, son los más perfectos entre los ángeles, y reciben la mayor parte de las influencias divinas, y la inmediata adquisición de Dios, pudiendo ver a Dios cara a cara. Según Swedenborg, Dios es
el Sol del mundo invisible y de él proceden el amor y la
verdad, cuyos emblemas son el calor y la luz.
Los ángeles
del segundo cielo reciben inmediatamente la influencia divina del cielo superior: ven a Dios, pero no
en todo su esplendor; para estos es un astro sin rayos, tal
como se nos aparece la Luna, que da mas luz que calor.
En el nivel más bajo, los habitantes del cielo inferior, reciben la influencia divina por mediación de los otros dos cielos, que tienen por
atributos el amor y la inteligencia, hallándose caracterizada esta ultima por la fuerza.
Estos reinos celestiales
se hallan habitados por innumerables sociedades: los
ángeles que las componen son hombres y mujeres: sus
matrimonios son eternos, porque lo es igualmente la
identidad de inclinaciones y caracteres, así como las
simpatías que la determinan. Cada pareja habita un espléndido palacio, rodeado de los mas deliciosos jardines.
Por encima de las regiones celestiales se eleva el reino de
los espíritus, a donde van a parar inmediatamente después
de la muerte las almas de los mortales con el fin de ser clasificadas y poder detectar a las almas predestinadas. La influencia divina, que la corteza material en que se hallaban envueltas no
permitía que se hiciera sensible, se revela progresivamente
en ellas y obra su transformación angélica en aquellos que
pertenecen a la clase de los predestinados.
El recuerdo del
mundo que han abandonado se va borrando insensiblemente de la memoria; sus propios instintos se desarrollan naturalmente y los preparan para el cielo o para el infierno.
Así como en el cielo todo es esplendor, amor, dicha y reposo, en el infierno solo imperan el dolor, la desesperación
y la rabia.
Bajo este contexto todo dios empezó a sentirse iluminado, creer pertenecer a la clase de almas predestinadas y muchos también comenzaron a escuchar el dictado de los ángeles. En otras culturas los hubieran encerrado en un manicomio de por vida. Pero en nuestro mundo actual esta clase de gente que se cree iluminada suele ocupar los más altos cargos de responsabilidad.
Estar gobernados por gente iluminada nos ha precipitado al borde del precipicio. Sin embargo, la mayoría de seres humanos que se creen libres, al llegar las nuevas elecciones vuelven a votar pensando que las cosas mejorarán. Pero ya hace décadas que la cosa no mejora, más bien todo lo contrario.
Ya lo dice por activa y por pasiva mi querido Profesor Malanga: "Cuando todos dejemos de ir a votar, empezaran a cambiar las cosas".
Cuando todos dejemos de ir a votar, los iluminados se van a quedar sin poder recargar sus baterías con las que se han ido iluminando a diestro y siniestro. Sin nuestra energía, los iluminados se van a la mierda.
Hemos dejado de ir los domingos a misa, pero el resto de la semana nos arrodillamos y cumplimos las órdenes de los mismos iluminados de siempre.
Ya va siendo hora de darnos cuenta que un cuento iluminado nos ha estado engañando por delante,.... y por detrás.
Johnny McClue
2019