jueves, 1 de junio de 2023

El extraordinario simbolismo del Príncipe de las Flores

La ancestral cultura mexicana tiene una escultura que para los amantes de los símbolos es una verdadera joya: la escultura de Xochipilli, más conocida como "El Príncipe de las Flores". Se trata de una escultura de piedra volcánica perteneciente a la cultura chalca que fue desenterrada en las faldas del volcán Popocatépetl y que los expertos afirman que fue tallada en el siglo XVI, unas pocas décadas antes de que Colón y sus colegas desembarcaran en el Caribe con sus barquitos de vela.

Al Príncipe de las Flores se le considera como la representación de todo lo relacionado con la belleza de la vida vegetal que todas las flores y plantas poseen. Estamos ante el regente de todo tipo de plantas y flores, con un especial énfasis hacia una variedad de plantas que en la cultura chalca eran consideradas plantas sagradas. El Príncipe de las Flores  también tiene relación con la fertilización y la floración, tanto del mundo vegetal como del mundo animal. 

La escultura representa a un niño príncipe de corazón puro que aparece absorto en un mundo remoto a causa de haber ingerido las "flores del sueño" denominadas temicxoch. Las flores del sueño traspasan el muro del pensamiento lógico y ofrecen una visión de la vida mucho más trascendente.

El Príncipe de las Flores simboliza a la vegetación tierna que está directamente relacionado con el amor y la alegría de vivir. La piedra volcánica en que está esculpida es la andesita y sus dimensiones son un metro 15 cm. de alto, por 53 cm. de ancho y 45 cm. de profundidad. En la actualidad esta escultura es una de las piezas estrella del Museo Nacional de Antropología de México.

Esta escultura ha sido bautizada con diversos nombres, entre los que destacan: Príncipe de las Flores, Dios de la luz, Señor de la vegetación tierna, Niño flor, Noble florido, Flor preciosa, Sol joven, Dios del placer, Sol naciente, Macuilxochitl,  Xóchitl,  Xippe-Totec,  Piltzintecuhtli, , Tlazopilli, Señor precioso y Teñido de rojo.

La cosmogonía de el Príncipe de las Flores es ambivalente. Xochipilli en su forma de Piltzintecuhtli se dice que fue hijo de Oxomohco y de Cipactonal, la primera pareja de humanos.  Piltzintecuhtli se enamoró de Xochiquetzalli y desearon unir sus vidas.  Pero, Tezcatlipoca se robó a Xochiquetzalli.  Piltzintecuhtli se lamentaba llorando su perdida y pensaba en cómo recuperar a su amada.


En el mito Xochipilli es la representación de la fuerza que procura la germinación y el crecimiento de las plantas, fue hijo de Piltzintecuhtli y Xochiquetzalli;  Más adelante,reaparece en el mito como Xochiquetzalli, esposa de Piltzintecuhtli y madre de Centeotl.

De este modo tenemos que en el mito Xochipilli es a su vez Xochiquetzalli, convirtiéndose en una divinidad ambivalente.   Xochipilli simboliza a toda la vegetación cuando germina desde las semillas y crece. Por contra,  Xochiquetzalli representa la exuberante belleza de las flores y la vegetación en el momento de su máximo esplendor.

 

En esta escultura Xochipilli aparece sentado en una base formada por dos diferentes niveles repletos de un maravilloso simbolismo. El primer nivel tiene forma de talud a manera de una estructura piramidal cuyo vértice termina exactamente sobre la cabeza de Xochipilli. Este cuerpo se ornamenta con la clásica greca mesoamericana. Encima de este primer cuerpo se asienta un segundo con sentido inverso del anterior, más ancho en su parte alta y más estrecho en la baja, sugiriendo también una forma piramidal pero invertida. 

Este segundo cuerpo ostenta una gran flor en sus cuatro caras, en esta aparece una mariposa de perfil chupando el néctar de la flor. De la boca de la mariposa emana una forma ondulante, como voluta, la cual pareciera tener una especie de “garras”. La mariposa tiene también un pequeño brazo con garras que algunos estudiosos han interpretado como símbolo de Cipactonal. En la cara frontal de este segundo bloque aparecen dos mariposas más a los lados de la gran flor central, sobre ellas esta una línea ondulante que sugiere un símbolo acuático.

El borde superior de este bloque se ornamenta con pequeñas figuras circulares y un punto en su centro. Los expertos creen que son signos solares, aunque también pueden representar cuentas de chalchihuites. Existen muy pocos pedestales decorados con tantos motivos simbólicos como los que tiene esculpidos el pedestal del Príncipe de las flores

Encima de este pedestal de dos cuerpos se asienta la imagen del “Príncipe de la flores”, Xochipilli, con las piernas cruzadas. Sus pies se encuentran calzados con cactli y correas, indicando el grado de nobleza que ostenta. En los tobillos lleva un adorno a manera de pulsera y de ésta cuelgan unas figuras que se han identificado como "garras" que, de serlo, indica ser de jaguar, por estar los pies más cerca de la tierra, elemento con el que se asocia al jaguar. El pectoral que trae puesto Xochipilli es un símbolo solar del cual penden unas “garras” que en este caso de águila. Estas "garras" que aparecen en el pecho, en los tobillos y en los brazaletes, también se han interpretado como "colmillos" de algún animal, probablemente coyote o lobo; sin embargo, podría ser también la representación de algún tipo de semilla.

 El cuerpo de Xochipilli esta "tapizado" con varios tipos de flores. Son cuatro las diversas especies de flores o plantas que los expertos en estas cuestiones han identificado en su cuerpo: flor de Tabaco, flor de Ololiuhqui, Cacahuaxochitl y Sinicuichi o Sinecuiche (flor amarilla conocida como “hierba de los espíritus” o “San Francisco”). En sus dos pendientes que cuelgan de sus orejas algunos, en un desmesurado afán por identificar elementos tóxicos, han querido ver un tipo de hongo de la especie psilocybe aztecorum o mexicana. Pero su figura circular no se corresponde con su simil de la vida real como lo hacen las demás flores esculpidas en esta maravillosa escultura.

En realidad sus dos pendientes representan dos cuentas de chalchihuitl (jade) que no tienen nada que ver con los hongos alucinógenos. Es bueno tener presente que, en la cultura de la región, los chalchihuitl (piedras de jade) o xihuitl (piedras de turquesas) estaban asociados con los piltin (la gente noble del lugar), por lo que no es extraño que Xochipilli porte en las orejas cuentas de jade como indicador de su rango social. En la imagen de la derecha podemos observar uno de los múltiples ejemplos que vuelan por la nube, donde las cuentas de jade que porta en las orejas son identificadas de forma errónea por unos hongos.

En los empeines y en las piernas tiene las flores de sinicuichi, ololiuhqui, tabaco y cacahuaxochitl. En el brazalete aparece el zarcillo del ololiuhqui. Las flores que aparecen en sus rodillas, en sus antebrazos y aquella que aparece como una gran flor central en medio de los dos bloques, son aquellas que se han confundido con la especie de hongo psilocybe aztecorum, que, como ya indicamos, no se corresponde con la planta original como si lo hacen las otras flores; sigue la discusión de cual podrá ser esta flor. Además, en esta gran flor central aparece una mariposa chupando su néctar, lo que es más propio en las flores y no en los hongos.

Porta Xochipilli en su pecho un pectoral que están asociados preciosos con el sol, sin embargo este teocuitlacomalli (disco de oro –símbolo solar) tiene dos oquedades en las que probablemente hubieron incrustaciones de alguna piedra a la manera de ojos; de éste penden unas garras o colmillos lo que da la impresión de una representación terrestre, acaso Cipactli del cual emerge el “sol niño”.

La postura de la cabeza, mirando hacia lo alto, donde su vista “se pierde” –a pesar de la mascara que lleva puesta–, parece indicar que se encuentra en un estado de contemplación, de éxtasis.


La forma y rasgos de esta escultura representa al “príncipe de las flores” teniendo una experiencia hierática y religiosa Se trata de un instante sagrado en el que el tiempo y el espacio dejan de existir, mediante el consumo de las plantas sagradas. Por la inclinación de la cabeza y por su boca entreabierta, pareciera que Xochipilli se encuentra atrapado y escuchando las lejanas voces del sinicuichi.

El tocado que porta Xochipilli en su cabeza, bordeado de plumas, y que cubre también la parte alta de su espalda, tiene un grupo de glifos circulares y de barras o franjas que han sido identificados como símbolos solares y que en su conjunto llaman Tonallo y Tlapalli. El dibujo formado por cuatro puntos o círculos, representa el calor solar, la tibieza del sol, la luz, estación cálida, el verano, también se ha traducido como: “lleno de sol”. El tlapalli formado por las cuatro franjas significa: cosa alegre, alegría de la tierra, alegría suprema, dicha incomparable.

Muy probablemente en la escultura que se exibe en el Museo de la capital mejicana existen dos símbolos que actualmente no están presentes debido al paso del tiempo. Me refiero a los dos símbolos que
 Xochipilli porta en sus manos en la mayoría de códices dónde aparece representado. Se trata de un bastón corazón con plumas de quetzal "yolotopilli", en la mano izquierda y un escudo con el signo solar en la mano derecha.

En medio de la palma de su mano izquierda, podemos observar un agujero que verifica el hecho de que originalmente mostrara el susodicho bastón.

Para algunos estudiosos la mascara que porta Xochipilli tiene alguna relación con la tierra, con Teteo-Innan principalmente, “la madre de todos los dioses” que a su vez se vincula con Coatlicue (la de falda de serpientes) representación máxima de la madre tierra , dadora de vida y sustento. A teteo-innan se le ha llamado también “la del rostro de máscara”.

Según la interpretación de, Justino Fernández –estudioso de la cultura náhuatl– la máscara que lleva Xochipilli es indicativo de que la divinidad, el sol naciente, no se ha desprendido todavía de la tierra, por lo que no muestra aún su rostro esplendoroso limpio del que hacer.

Con el paso del tiempo esta escultura principesca se ha convertido en todo un icono representativo de una civilización que nada tiene que ver con la llamada "civilización occidental del viejo mundo". Y, como no podría ser de otro modo, el actual mundo capitalista y de consumo la ha incorporado en varios de sus frentes, como es el caso de las bebidas alcohólicas:


En todo el mundo hay muy pocas esculturas que muestre tantos elementos simbólicos ancestrales como los que muestra esta figura mejicana esculpida en piedra volcánica. No es de extrañar que Albert Hofmann y Richard Evans Schultes escogieran al Príncipe de las Flores para ser el protagonista en exclusiva de la portada de su gran obra titulada "Plantas de los Dioses", orígenes del uso de los alucinógenos.


Se trata de un libro indispensable en toda biblioteca que se precie entre los amantes a viajar a "otros lugares".

El Príncipe de las Flores del Museo de la capital mexicana se ha convertido en todo un icono que ejerce una gran atracción magnética.

Se trata de un potente  imán que atrae a todo dios.

Mi buen amigo Carlos es un perfecto ejemplo.

Johnny McClue 2023


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